La Guerra Sucia en campañas políticas

El presidente de los Estados Unidos Mexicanos es el titular del poder ejecutivo, jefe de estado, jefe de gobierno y asimismo, es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. México 2018 no es cualquier elección. Empieza la cuenta regresiva para los partidos políticos, presentan su candidato, lo bueno que han hecho, la promesa de lo que queda por hacer y empiezan a “ventilar sus trapitos” entre ellos para así desprestigiar el uno al otro y demostrar quién es el más óptimo para la presidencia. Todo esto es parte de la campaña política, sin embargo, en México las elecciones parecen más un “Reality Show” y se desenfoca del propósito original, el de mostrar planeada y estructuradamente cómo se va a fortalecer el país en caso de ganar las elecciones. No sólo es presentar el discurso y la promesa de todo lo que podría ser, si no realmente contar con múltiples estrategias sólidas, reales, sin maquillaje, costeables e igualitarias para México. Sin embargo, esto no sucede y comienza la telenovela de escándalos, verdades incomodas, mentiras, etc. El excesivo marketing político ha tenido un éxito rotundo. Se ve esta estrategia más marcada en los países o sociedades con una cultura política baja, falta de información y educación general. Los encargados de las estrategias de campaña de los distintos partidos políticos con mayor presencia, han visto los buenos resultados de la guerra sucia, pues el electorado se deja llevar más por los rumores, mentiras o verdades con tintes morbosos, que por la información que puedan tener sobre determinada plataforma política o candidato, o simplemente por las mismas convicciones de los ciudadanos. Aunque el INE ha hecho un llamado a los partidos para elevar el nivel de las propuestas políticas por encima de las descalificaciones con insidia, no ha funcionado en la realidad; los infundios y la manipulación política se ven como una gran oportunidad para vencer al contrincante. Ojo, hay que diferenciar qué es la guerra sucia electoral y qué es un discurso congruente contra la corrupción, la mentira, la demagogia y el autoritarismo. La mejor jugada, en definitiva son los medios de comunicación. Ya hemos visto cómo influyen los medios de comunicación a tal grado de poder ganar la presidencia un ejemplo muy claro que tuvo el pueblo mexicano es el de Enrique Peña Nieto y su esposa la primera dama Angélica Rivera. O en el país vecino, vemos como el darle importancia, voz y poder en los medios, aunque sea en su contra puede hacer que un “payaso” gane la presidencia de uno de los países más influyentes del mundo. Es claro, evidente como influye en las personas a nivel personal y en la política los medios, en especial el internet, un arma de doble filo para ser un medio efectivo y rápido de información y comunicación a nivel mundial o un distractor, enviciante, con posible información falsa y amarillista. El internet ha sido un fuerte medio político y social y ejemplo de ello, tenemos casos como “La Primavera Árabe” la comunicación, información e influencia que tiene sobre el pueblo es impactante para bien o para mal. Sin embargo, el especialista Rafa Rubio, asesor de la campaña online del presidente español Mariano Rajoy, asegura que; no debe pensarse que una elección se gana exclusivamente a través de la campaña en el ciberespacio, sino que esta necesariamente requiere a su contraparte, es decir la campaña tradicional, con mensaje, propuesta y doctrina. Destacó que, para el caso de partidos tradicionales en México como el PRI y el PAN, resulta más difícil conquistar las redes sociales, pues lo hacen a partir de personal contratado para tal efecto. Sin embargo, la mayoría de los mexicanos y me incluyo, nos vemos en una situación apretada sobre ¿Por quién votaremos? No hay ningún candidato de ningún partido que merezca representar a nuestro país. Y es difícil, porque al parecer los mexicanos en los últimos años hemos estado votando “por el menos peor” y  por el otro lado nos afecta que la mayoría no ejerza su derecho y obligación de voto.  Nos vemos en una situación política que independientemente que sea de izquierda o de derecha, en materia de corrupción México parece ser ambidiestro.






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